Michael Connelly
Thriller
480 páginas
Alianza Editorial
En esta entrega Michael Connelly nos lleva de nuevo a Los Angeles y hace que toda la trama gire sobre la “cuestión racial” de la policía. La víctima, Howard Elias, es un reconocido abogado negro que se dedica a demandar a la policía por injusticias raciales y quien tiene una audiencia muy importante tres días después de aparecer su cadáver. Ha amasado su fortuna gracias a eso y como es de esperar, no es muy amigo de la policía.
El caso es asignado al detective Bosch que -sorpresa- también es negro y debe trabajar en conjunto al subinspector Chastain con quien no se lleva nada bien por problemas pasados y rencillas en cuanto a la ética a la hora de llevar los casos.
En este libro Connelly vuelve a utilizar la fórmula que me encantó en el Abogado Lincoln, tienes al culpable delante de ti todo este tiempo, no lo esconde y aun así eres incapaz de verlo hasta que te lo dice; y eso para mí es un esencial en un buen suspenso -que no se saquen al villano de debajo de la manga en las últimas páginas.
La premisa de los policías corruptos, que plantan pruebas, son racistas y cometen fallos de investigación está muy usada, especialmente cuando el escenario es Los Angeles, más después de los sucesos de O.J Simpson -cuya referencia es notable en el libro- pero, esto no le quita mérito al libro. Lo que me cuenta no es nuevo, y me atrevería a afirmar que es algo que la historia nos ha demostrado que puede y sigue pasando; sin embargo, la manera en que me la cuenta es lo que me atrapa y me hace querer seguir deseando más.
Bosch no es un protagonista perfecto, pero tampoco es moralmente reprochable, lo sentí como alguien real y del montón; sin el complejo de héroe y con todas las cosas a su favor. No es super dotado, ni resuelve el caso por obra divina. No. Todo lo contrario. Nos presentan pruebas, nos dice de donde bien su intuición y se apoya en el excelente equipo que lo conforma, dándole la importancia y profundidad a los personajes secundarios.
Déjalos caer, Detective. Han muerto dos personas que no deberían estar muertas. No importa quiénes eran. No deberían estar muertos. Haz tu mejor trabajo. Usa todas tus habilidades. Y deja que caigan las fichas.
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