Andrea Nusan
Autopublicado
318 páginas
Thriller
La historia sigue la vida de varios amigos, los Red Panthers, 30 años después de la última vez que se vieron. Todo transcurre en un pueblo pequeño, donde aparece asesinada a orillas del lago una de las integrantes del grupo. Un antiguo miembro, que desapareció después de un accidente, se convierte en el principal sospechoso. No solo por su relación con la víctima en la adolescencia, sino también porque se le culpa de muchos sucesos ocurridos cuando eran niños. Como bien dicen: “pueblo chiquito, infierno grande”.
No es el primer libro que leo de Andrea Nussan y estoy segura de que no será el último, aunque este me parece el mejor hasta la fecha. Tiene una pluma que engancha del principio al fin; sus historias son reales, cercanas y con una precisión que agrada al lector. Me parece muy creíble lo que intenta contar y, por tanto, me sumerjo en la historia, con sus personajes y, en este caso, hasta en el pueblo.
El hecho de haber leído varias de sus obras me jugó en contra porque pensé que la solución del caso seguiría un recurso común en sus otras novelas, pero no fue así. Por tanto, la sorpresa fue mayor al descubrir el giro, que me pareció más inesperado y, a la vez, el más coherente.
Los personajes están muy bien construidos y delimitados; cada uno de los del grupo se diferencia muy bien y se puede observar cómo sus relaciones de infancia evolucionan en función de los adultos que se convierten. Edward, definitivamente, se lleva el premio de honor como el personaje más ambiguo y difícil de identificar. Su personalidad, carácter y manera de ver las cosas hacen que el libro sea una incógnita eterna, ya que sus misterios y su “bestia” terminan tomando vida propia en el desarrollo de la historia.
La ambientación del libro también está muy bien lograda, pues el pueblo cobra vida y se convierte en un personaje más en esta historia, gracias a sus dinámicas y habitantes. Esto le otorga un valor adicional a la trama y la hace resonar más en el lector.
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